Lecciones de Vida
María Belén Carvajal, árbitra de fútbol: “Al principio me gritaban ‘anda a lavar la loza’”
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El 4 de diciembre debuté como la primera árbitra central en primera división, en el partido de Deportes La Serena contra Santiago Wanderers. Uno de mis principales objetivos era llegar a esa instancia, y fue muy gratificante saber que el camino que tomé fue el correcto, que las cosas que hice para llegar a esto fueron las mejores. Fue un sentimiento de satisfacción, de que llegué a la meta, porque fue muy difícil. En el encuentro me tocó expulsar a alguien, siempre en mis debut me ha tocado eso. Es mi sello.
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Nací en San Felipe en una familia de clase media. Soy la mayor de tres hermanos. Cuando salí de cuarto medio estaba entre Ingeniería Comercial y Educación Física. Quedé en las dos, pero me dije: ‘Si me gustan los deportes, por qué voy a estudiar algo distinto’. Me decidí por Educación Física y elegí la Católica de Valparaíso.
Todos los universitarios buscamos pololitos para ganar un poco de plata. Al final de la carrera impartieron un curso de arbitraje, y con varias de mis compañeras nos inscribimos. Así empezó todo. Luego, nos comenzaron a llamar de campeonatos de niños y así fuimos subiendo, pero todo amateur.
Después llegaron los campeonatos de barrio. Todos los fines de semana me tocaba arbitrar.
La Federación no tenía árbitras, pero necesitaban.
Era extraño, no fue fácil. Me gritaban de la galería ‘anda a lavar la loza, qué estás haciendo aquí’, el típico comentario machista. Pero nunca me generó nada. Me reía para dentro, ni siquiera para afuera. Pero al principio fue difícil, porque uno tiene que lidiar con los reclamos, con muchas cosas que te hacen sentir que no eres parte de ese espacio.
Pero hay que armarse de paciencia, reordenar las herramientas, seguir y no abandonar, porque si no hubiera tenido una cabeza tan dura, hubiese desertado como mis otras compañeras. Empezamos 10, pero quedamos solo tres.
Cuando terminé la carrera me fui a Santiago. Ahí tuve que tomar una decisión: seguir en el fútbol o apostar por el arbitraje. Y elegí la segunda, porque había una institución más organizada, existía más responsabilidad hacia el grupo humano. Hay espacio, gente responsable que te va guiando. El fútbol femenino de ese entonces era muy amateur, las canchas eran pésimas, sin camarines, era muy arriesgado.
La Federación no tenía árbitras, pero necesitaban. Era un año (2006) que se hacían muchos torneos. Nos dijeron que si seguíamos ese camino llegaríamos a ser árbitras FIFA, que es el sueño de todas. Tuve que estudiar dos años en el Instituto Nacional del Fútbol, Deporte y Actividad Física (INAF). Empecé con varias compañeras, pero muchas se quedaron en el camino.
En 2010 entré como árbitra central de FIFA. Empecé a trabajar en todas las divisiones. Partí por la Sub 8, luego Sub 10, 12, 14, 15. Ahí fui haciendo carrera.
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Uno de mis partidos más importantes fue mi debut en el fútbol profesional, en la segunda división, en 2018. Fue súper rudo, pero me preparé con psicólogos.
De todas formas, doy gracias a los jugadores, porque ellos también estuvieron más calmados, sin tanto reclamo. Fue un partido emocionalmente difícil, porque era la primera vez. Tenía una responsabilidad de género, porque era la primera mujer, tenía que hacerlo bien, no me podía equivocar. Esa sensación de responsabilidad fue muy grande. No quería que nos dijeran que las mujeres no servían. Tenía que responder.
Tener psicólogo es parte de la pega. Le pedimos hora, nos orienta y nos muestra las herramientas para intervenir en ciertas situaciones. A veces nosotras también nos sentimos acongojadas y nerviosas, porque quizás en un partido cometiste un error muy grave.
La mayoría de los árbitros tiene otro trabajo. Solo los árbitros del fútbol profesional tienen contrato indefinido. Los otros no. Yo soy profesora de educación física y trabajo en la Universidad de Santiago. En otros países ocurre que los árbitros se dedican solo a eso, pero hay que ver con quién nos estamos comparando. Es obvio que en Inglaterra están más avanzados.
Mi objetivo es arbitrar en la próxima Copa Libertadores masculina.
Los reclamos de los jugadores van a ser iguales si está arbitrando un hombre o una mujer. Si no les gustó el cobro van a reclamar igual. Yo creo que va en la forma y el volumen, de si son más agresivos o impulsivos. Ahí se controlan más, pero reclaman igual.
Te van a fastidiar en cualquier sanción que tú hagas. No podemos seguir con la misma dinámica de antes, tenemos que cambiarla. Ahora se ha formado más conflicto o situaciones arriesgadas hacia los árbitros con la pandemia.
¿Mi estilo? Trato de ser lo más apegada a la regla, pero en el buen sentido. Si tengo que sancionar algo o sacar a una persona de la banca técnica, no soy permisiva. Pero me gusta que se juegue al fútbol. No soy de los árbitros que para el juego por lo mínimo. Mientras más ruede el balón, mejor, porque así los jugadores están pendientes de eso. Soy muy dinámica en la cancha, busco el punto del partido donde pueda intervenir y controlar.
El VAR es una buena herramienta, la gente no puede emitir comentarios si no sabe cómo funciona. Eso me molesta, que la gente sea poco acuciosa y opine sin saber.
Mi objetivo es arbitrar en la próxima Copa Libertadores masculina. Estoy trabajando en eso. A finales de enero me voy a un curso en Paraguay donde tomaré unas pruebas físicas y teóricas y donde nos podrían dar la opción de participar en algunos partidos. Y mi otro objetivo es llegar al Mundial Femenino de Nueva Zelanda y Australia en 2023. Para eso estoy trabajando.